lunes, 27 de agosto de 2007


tu voz cae en mis espaldas
se vuelca, se derrama, y ya no suena.
Y es el vacio,
¿cómo explicarlo?
¿cómo entenderlo?
cuando terminamos por desaparecer
en la vida de los otros,
Pero todavía no estamos muertos.

Y el viento allá afuera, se comía nuestros árboles,
te dije: el día que eso pase, ya no estarás en mis ojos.
dejandolo detrás, sujetandonos de lo irrebersible.
¿Y quién es el dueño de esta música que no para de sonar y
que aún no existe?
¿Y quién será el que te saque de aquella miseria interior?
Porque llueve y sale el sol en cada llegada y cada partida.
Porque esperar se hace costumbre, y el mar nunca se vè.
Y en una ausencia sin fondo quedan cadávares de viento,
cadáveres de tiempo, restos de algo que tan solo espera
verte volver y saber que estas huyendo.